Parece una broma a propósito de la época pero no es así. Mientras que en esta parte del mundo estamos buscando como vestirnos para pedir calaverita, o terminar de hacer nuestros altares para celebrar el día de muertos, el día de ayer Paul Makonda, gobernador de Dar es Salaam una provincia de Tanzania, hizo fuertes declaraciones a la prensa, anunciando la creación de un escuadrón de vigilancia dedicado a la caza de personas homosexuales, invitó a los ciudadanos a denunciarlas, ordenó a la policía capturar a todos los homosexuales de la zona en una semana y a buscar personas LGBT por medio de las redes sociales, advirtió que cualquier persona homosexual que sea capturada será enviada a prisión por un mínimo de 30 años. Según el Sr. Makonda, el equipo de 17 miembros estará compuesto por funcionarios estatales de la Autoridad de Comunicaciones de Tanzania, la policía y los profesionales de los medios.
¿Cómo es posible crear tal cacería de brujas en pleno siglo XXI?
Desde nuestra mirada occidental vemos como la lucha por los derechos civiles de la comunidad LGBT se está traduciendo en importantes victorias en varios países, somos testigos de la aprobación de leyes que castigan la discriminación y que equiparan legalmente a las parejas del mismo sexo. En contraste a este clima digamos de “igualdad” (entre comillamos porque sabemos que aún falta mucho camino por recorrer), en gran parte de África y Oriente Medio lo que se vive no es más que hostilidad, violencia y miedo. En Tanzania La homosexualidad se encuentra tipificada en el Código Penal, en su artículo 154, que establece una pena mínima de treinta años de cárcel para toda persona que tenga relaciones sexuales “contra natura”. La homosexualidad es perseguida por los gobiernos de manera legal y puede suponer la imposición de la pena de muerte.
Relacionado con las razones que lo llevaron a comenzar con esta nueva “cacería de brujas”, el gobernador Makonda dijo que su actual plan de persecución obedece a que en su opinión, los homosexuales se jactan en medios de comunicación y redes sociales sobre su sexualidad anormal y que ese hecho pisotea los valores de las personas de Tanzania (de su ciudadanía) y de las religiones cristiana y musulmana. Concluyó sus declaraciones diciendo que es sabedor de las opiniones y críticas que sus declaraciones desatarían por el mundo, y dijo que “prefería enojar a esos países que enojar a Dios”. Así el panorama mundial, en donde en una parte del mundo nos preocupamos por si una mujer transexual puede o no participar en un concurso de belleza, en el otro resto, cientos de hombres y mujeres se ven perseguidos en una cacería terrible, donde la libertad, el libre culto, la orientación sexual y el derecho a una vida libre de violencia no son cosa posible.