Te invitaron al diplomado en sexualidad humana y tal vez te imagines algunas de estas cosas:
- Me van a enseñar acerca de condones, embarazo y enfermedades de transmisión sexual.
- ¿El Kama-sutra? Si ya me lo sé de arriba para abajo y hasta más.
- ¿Qué? ¿Hacen orgías?
- A mí no me hace falta, yo puedo tener relaciones sexuales sin problemas.
- Yo estoy bien en mi vida, no necesito cambiar, ¿para qué me va a servir?
Nada de lo anterior podría estar más lejos de la intención de quien te ha invitado.
En el diplomado sí se ven temas como ETS, embarazo y métodos anticonceptivos, pero esto constituye 3 clases; el diplomado tiene más de 50 clases diferentes y los temas de área biológica corresponden solo a una sexta parte de los temas a tratar.
¿Entonces de qué trata?
No es del Kama-sutra eso seguro. Probablemente aprenderás cosas que no sabías sobre el sexo, seguramente muchas, pero no será porque en una clase se enseñe el Kama-sutra o las mejores posiciones; y no, tampoco tenemos orgías ni hacemos evaluaciones sobre el desempeño sexual de los alumnos.
El diplomado trata la sexualidad desde una definición muy amplia: no se trata de “el acto sexual”, sino que se refiere a cómo hemos ido constituyendo nuestra persona desde todas nuestras vivencias, las relaciones, los temores, los éxitos, la familia, los amores. En realidad, “el acto sexual” es una parte muy pequeñita de la sexualidad en nuestra vida.
Tratamos temas como familia y roles, adolescencia, autoestima sexual, infancia, infidelidad, celos, enamoramiento, fantasía sexual, identidad de género, orientación sexual, feminismo, estereotipos, material sexualmente explícito (pornografía), concepto de normal y natural, represión psicosocial de la sexualidad, respuesta sexual humana, sustancias que afectan la respuesta sexual, acoso, violación, entre muchos otros que puedes consultar en el programa.
Todos estos temas van más allá de la información estadística y teórica, el objetivo es que se logre una reflexión que tome como punto de partida nuestras vivencias.
Es como ir viendo desde afuera cada una de las etapas de nuestra vida para entender quiénes somos, por qué somos, qué nos pertenece y qué podemos dejar ir, cómo hemos interpretado lo que nos ha pasado y todas esas preguntas que todos nos hacemos en algún momento; responderlas nos da el control sobre hacia dónde vamos y de qué manera esto se refleja en nuestro trabajo, nuestra familia, nuestras relaciones, en todo nuestro entorno.
No es que el diplomado sea para los que “tienen algo mal”. Si somos muy sinceros todos tenemos algo que aprender, algo que entender en nosotros y no por eso “estamos mal”. Si alguien te invitó seguramente no piensa que “estas mal y necesitas cambiar”, sino que podrías aprovechar las experiencias y los conocimientos brindados en este diplomado para crecer; es importante esta palabra, CRECER, no cambiar, porque no se trata de dejar de ser quien eres, si no de ayudarte a ser más tú, más libre, con más conciencia, seguridad y paciencia.
Pero no acaba ahí; ser educador de la sexualidad representa una gran ayuda para tu entorno, tanto si eres terapeuta y atiendes pacientes como si eres una persona que entró con la intención del autoconocimiento.
Durante nuestro desarrollo, frecuentemente nos encontramos con el silencio, el secreto de la “sexualidad”, que casi siempre se nos dice en susurros y como si fuera un monstruo del que no se puede hablar en público. Cuando somos adolescentes se nos habla de lo terrible que es el embarazo no planeado, las enfermedades, etc., pero no se nos da la oportunidad de preguntar, de investigar, de entender qué sucede en un aspecto más amplio; esto da pie a muchos malos entendidos, prejuicios y entredichos, que muchas veces nosotros mismos reproducimos sin estar conscientes de ello.
Ser educador de la sexualidad es la capacidad de apoyar a quien lo necesita por medio de la información, para sanar, para crecer, para ampliar su panorama, para cambiar el prejuicio y el silencio con apertura y naturalidad.